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Ciudad de la Habana, Ciudad de la Habana, Cuba
Esta es una idea que siempre tuve y que pude realizar en el “50 ANIVERSARIO DEL ICAIC” ¡Quién lo diría! Cumple 50 años de haberse creado esta institución tan prestigiosa; por lo que entendí que uno de los mejores homenajes a ofrecerle era reconocer y dar a conocer la labor de tantos compañeros que “HICIERON, HACEN Y HARÁN POSIBLE EL CINE CUBANO”. Los nuevos cineastas vendrán con nuevas ideas, nuevas formas de decir y nuevas formas de realizar nuestro CINE CUBANO. En este blog están representados muchos trabajadores, desde directores de Filme, directores de Fotografía, productores, diseñadores, editores, sonidistas hasta aquellos trabajadores, en general, que día a día con su abnegada labor aportaron y aportan su grano de arena, diariamente, para que sea “POSIBLE EL CINE CUBANO”. Espero que, desde ya, contemos con los valiosos comentarios de ustedes que con sus críticas constructivas e ideas, contribuyan con estos aportes hagan de ustedes este sitio web AGRADECIMIENTOS MUY ESPECIALES A ENRIQUE CARDENAS, MISMEL ALVAREZ, HILDA ROO Y PEDRO VELAZQUEZ

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Rosina Prado

Nació en Cartagena, España, en 1935. Al final de la Guerra Civil Española, emigró a la URSS, y allí estudió en el Instituto Estatal de Cinematografía de Moscú. Su primer trabajo fue el documental El ir y venir de los trenes, realizado en Moscú en 1961, por los Estudios VGIK. En diciembre de 1961, junto a su madre y su hijo pequeño, llegó a Cuba. Venían por dos meses, y estuvieron aquí diecisiete años. Comenzó a trabajar en el ICAIC en 1962, como realizadora de documentales. Sus documentales en Cuba fueron: Ismaelillo (1962), Palmas cubanas (1963), ¿Qué es lo bello? (1965), La llamada del nido (1966), El zoológico (1968). Se vinculó muy estrechamente a la colonia española en Cuba, y comenzó a colaborar como crítica cinematográfica en la revista España Republicana. Fue profesora e intérprete de ruso y asesora en la formación de jóvenes en los cursos de cine científico popular. También como traductora de ruso ayudó a nutrir los fondos bibliográficos de la Cinemateca de Cuba, y atendió a los cineastas que nos visitaban. Aprovechando la Ley de Amnistía tras la instauración de la democracia en España y la legalización del Partido Comunista, retornó definitivamente a su país. Reside en Madrid alejada, pese a su voluntad, de toda actividad cinematográfica. Aunque su nombre sea apenas mencionado, por olvido de los historiadores del cine revolucionario, ella también forma parte de su historia, por haber sido una realizadora de vanguardia del cine cubano, que ayudó a crear y contribuyó en la formación de otros cineastas.

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