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Ciudad de la Habana, Ciudad de la Habana, Cuba
Esta es una idea que siempre tuve y que pude realizar en el “50 ANIVERSARIO DEL ICAIC” ¡Quién lo diría! Cumple 50 años de haberse creado esta institución tan prestigiosa; por lo que entendí que uno de los mejores homenajes a ofrecerle era reconocer y dar a conocer la labor de tantos compañeros que “HICIERON, HACEN Y HARÁN POSIBLE EL CINE CUBANO”. Los nuevos cineastas vendrán con nuevas ideas, nuevas formas de decir y nuevas formas de realizar nuestro CINE CUBANO. En este blog están representados muchos trabajadores, desde directores de Filme, directores de Fotografía, productores, diseñadores, editores, sonidistas hasta aquellos trabajadores, en general, que día a día con su abnegada labor aportaron y aportan su grano de arena, diariamente, para que sea “POSIBLE EL CINE CUBANO”. Espero que, desde ya, contemos con los valiosos comentarios de ustedes que con sus críticas constructivas e ideas, contribuyan con estos aportes hagan de ustedes este sitio web AGRADECIMIENTOS MUY ESPECIALES A ENRIQUE CARDENAS, MISMEL ALVAREZ, HILDA ROO Y PEDRO VELAZQUEZ

sábado, 11 de septiembre de 2010

MARIO GONZÁLEZ.

Nació en La Habana el 15 de mayo de 1908. Se puso en contacto con el cine desde 1919, como ayudante de proyeccionista en Santiago de Cuba. Marchó a México, donde ingresó en la industria cinematográfica como mecanógrafo de guiones, labor que lo vinculó a Juan Orol, quien le encargara varias copias de Sagrario (1913). Peón, su director, lo contrató como anotador, trabajo que realizó durante dos años para varios directores. La asistencia al destacado Juan Bustillo Oro en Amapola del camino (1937), contribuye a la temprana reputación de Mario González, quien aprende el oficio en la práctica. Aparece por primera vez como editor en los créditos de Alarma (1937), de su coterráneo René Cardona, que le propone que sea su asistente en Tierra brava (1938). Bustillo Oro solicita sus servicios como montador para la compaginación de tres comedias y, más tarde, de Ahí está el detalle. Por su rápida fama de eficiente gozó de la confianza de los productores. El Cine Gráfico lo distinguió como el mejor editor-cortador de 1940 por Melodías de antaño, siguieron: Las calaveras del terror (1943), de Fernando Méndez, primer serial del cine mexicano. En ese «gran año», González editó cinco de las 70 películas producidas; otras tantas en 1947 y 1948; seis en 1944, ocho en 1945 y cuatro en 1949. Integró el reducido grupo de montadores que intentó satisfacer aquel extenuante ritmo productivo. Carlos Savage --editor después de Buñuel, Alcoriza o Ripstein--, se inició como asistente de Mario en San Francisco de Asís (1943), de Alberto Gout, Adiós juventud (1943),  ¡Arriba el Norte! (1948). Intervino en 25 películas de diversos géneros para la compañía Filmex. Directores como el propio Bustillo Oro, Miguel Morayta, Chano Urueta, Julio Bracho, Gilberto Martínez Solares y varios actores debutantes en la dirección como Pardavé, Orellana, se lo disputaron por su rapidez. En 1946 la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de México lo nominó para el Ariel a la mejor edición por Bel Ami, de Antonio Momplet; dos años más tarde obtiene el premio por la edición de Medianoche, adaptación del realizador Tito Davison. Tres películas rodadas en el primer semestre de 1949 culminan la filmografía mexicana de Mario González, un período de veintitrés años en su trayectoria. A partir de 1937, su nombre figura en 57 largometrajes, tres cortos y un serial. El productor y director Manuel Alonso le propone trabajar en Cuba. Siete muertes a plazo fijo (1950), Cuando ellos no vuelven (1951), Casta de roble (1953), Sandra, la mujer de fuego (1953). Comenzó en el ICAIC en 1960, editando los filmes: Cuba baila (1960), Historia de la Revolución (1960), Las doce sillas (1962, Cumbite (1964), La decisión (1964), La salación (1965), La muerte de un burócrata (1966), El bautizo (1967). La contribución de este veterano editor al cine documental cubano en los primeros años de la década de los sesenta es también decisiva, pese a sumar apenas cinco obras, dos de ellas laureadas con la Paloma de Oro del Festival de Leipzig: Historia de un ballet, de José Massip, y Ciclón, de Santiago Álvarez. Falleció en su Habana natal a los 90 años el 6 de agosto de 1998.

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